En el año 1.808 los madrileños y madrileñas se rebelaron contra la invasión francesa. Nuestro padre fue una persona que aprendió a leer y escribir de una forma practicamente autodidacta, esto no fue impedimento para ser un gran lector y conocedor de la historia, sobre todo a lo que concernia a Toledo que fue su ciudad natal y a Madrid, como ciudad que lo acogió. Este relato es una prueba de ello. Aquí nos cuenta de una forma muy amena como los franceses se llevaron un buen rapapolvo gracias a la valentia de los habitantes de Madrid.
¡Del dos de Mayo a Bailen.!
España esta en decadencia, se acaba el colonialismo,
es una nación maltrecha donde manda el despotismo.
Con un rey de figurante por causa del nepotismo,
Fernando séptimo manda lo que dice el godoismo,
un afrancesado a ultranza cegado de su egoísmo,
Godoy aconseja al rey y a la reina la hace mimos.
Nuestra alianza con Francia era un simple formulismo,
que el corso domina Europa y hay que bailar a su ritmo,
es un te quiero, te odio, por disputas entre primos.
La que monto en Trafalgar Villeneuve fue de sadismo,
siendo Churruca almirante, se le impuso el servilismo,
que de ser una victoria nos derroto el intrusismo,
que el guapo de Loja quiere al rey haciendo turismo.
Piden pasar por España a Portugal, ¡QUE CAMELO!
eso no se lo cree nadie, nos quieren tomar el pelo.
Si el francés entra en España, es que estamos todos lelos,
que les invadan por mar, que en eso andan por los suelos.
Quieren hacer con nosotros bandidaje y salvajismo,
porque a la mitad de Europa ya les han hecho lo mismo,
y aquí nos quieren colar sus planes de expansionismo.
Les dicen que son las tácticas, no son otras las razones,
y nuestro gobierno traga y se baja los calzones.
El pueblo esta convencido que pronto abra discusiones,
que aquí vienen los gabachos a imponer sus condiciones,
y será el pequeño corso quien tome las decisiones,
y en el Palacio Real ondearan sus pendones.
Se presentan en Madrid, con tropas de cien naciones,
pronto toman el poder y si hay alguien que se opone,
o se hacen afrancesados o les tachan de masones.
Que si no están con la Francia, formaran sus opiniones,
no quieren libre pensantes que formen sus coaliciones.
La familia Real en pleno a Francia van de invitados,
y los madrileños salen desde el sótano al tejado,
poniéndose en pie de guerra que el franchute se ha pasado,
y las majas y chisperos a la lucha se han sumado.
Los madrileños en masa quieren al frances de duelo,
con sus hoces, con sus orcas y el trabuco del abuelo.
Que Madrid contra el gabacho quiere levantar el vuelo,
los adoquines, los muebles y las baldosas del suelo.
Todo lo lanzable arrojan, aumentando aquel revuelo,
y los franceses no entienden lo que les cae desde el cielo.
En el palacio real la gran movida ha estallado,
los ujieres del palacio a la guardia se han sumado,
pero como los ladrones a sus Reyes se han llevado.
Aparece Espoz y Mina, un militar engallado,
y guía a los madrileños contra el gabacho arrollando.
Sin tácticas de combate los están embotellando,
que estos no son soldaditos de uniformes entallados.
Por portales y ventanas sale la gente chillando,
¡¡Demos muerte al invasor! y siguen acuchillando.
Cogen armas de los muertos y les siguen acosando,
arrojan tiestos y enseres, barricadas van formando,
que es al pueblo de Madrid al que le están chuleando.
Ya desde Monteleón los cañones van sacando,
Son Daoiz y Velarde los jefes que están al mando.
Disparando al enemigo su sentencia están firmando,
pero pase lo que pase tienen que morir matando.
Sus disparos son certeros y al gabacho van mermando,
saben que son uno a diez, y ellos siguen disparando,
que sepan los invasores que Madrid toma los mandos.
Con solo cuatro cañones andanadas van lanzando,
los gabachos reaccionan y empiezan contraatacando,
pero estos cuatro cañones les siguen atosigando,
y sus buenos artilleros les están descalabrando.
La artillería francesa va poco a poco logrando,
que el gran pueblo de Madrid se vaya al fin replegando.
Pero están esos cañones que les siguen hostigando,
¡Terminad ya de una vez, son como abejas picando!
Concentran el fuego en ellos, quiero verlos machacados,
Más de cuarenta cañones al mismo tiempo disparan,
y a Daoiz y Velarde solo el valor los ampara,
y se apagaron sus vidas como la luz de una lámpara,
cuando vieron que el gabacho a otros lugares disparan,
se lanzaron contra ellos cuando menos lo esperaban,
por ventanas y balcones lo que dañase arrojaban.
Eso fue una escabechina, Madrid contra ellos se faja,
en la pelea cuerpo a cuerpo eran dueñas las navajas,
con los sables de sus muertos los nuestros hacen mortajas.
Nos superaban en todo pero el valor no lo encajan,
se enfrentaron a asesinos, chisperos chulos y majas,
que rompieron sus defensas y como galgos se najan.
Reaccionan los franceses y arroyos de sangre bajan,
en plena plaza mayor muchos franceses se rajan,
porque un una de sus puertas alguien les toma ventaja,
sobre un montón de cadáveres dispara y nadie le ataja.
Se llama Manuel Boteros y en un saliente se encaja,
no cesa de disparar, protegiendo a quien se naja.
Abatiendo a los franceses como la hoz a la paja,
y cada vez que dispara, un frances se desencaja.
Los mamelucos atacan guardados por sus corazas,
son soldados diferentes procedentes de otras razas,
son morenos con turbante y su presencia amenaza.
Van armados con alfanjes y guarnecidos con lanzas,
y un mameluco a traición termino con sus andanzas,
pero mato a su enemigo con un disparo en la panza.
Fue una mañana muy triste, había sido una matanza,
las calles tardaron días en recobrar su semblanza,
pero aquello fue una tregua se agruparan sin tardanza,
la fecha del dos de Mayo por siempre tendra alabanzas.
Muchos lloran a sus muertos y otros gritan sin templanza,
¡No queremos invasores! España clama venganza,
no conseguirán jamás matar nuestras esperanzas.
A los que cogieron vivos los llevaron a empujones,
a campos improvisados donde esperan decisiones,
sin curar a los heridos, sin agua ni provisiones.
Por descuidos de los guardias se fugan en ocasiones,
muchos pagan con la vida sus intentos de evasiones,
y otros tantos escaparon coronando sus acciones.
A veces llegan visitas sobornando a los masones,
y si son mujeres guapas son registros abusones.
Los gabachos invasores miran hasta en los cajones,
en el corral son muy gallos, pero aquí solo capones.
Son soldados de opereta, marionetas de cartones,
bonitos en los desfiles, pero ante un hombre, cagones.
Estaba Manuel Boteros con fiebre y retortijones,
le había rajado la pierna uno de esos mamelones.
Solo atacáis a traición, sois gallos sin espolones,
cualquier mujer madrileña os gana a valor ¡mamones!,
la fiebre me esta abrasando y esta me puede ¡cojones!
Al fin, los fueron juntando al pie de Príncipe Pío,
A Manuel se lo llevaron entre todo aquel gentío,
y cuando llego la noche se levanto un viento frío.
El cercano Guadarrama les manda su cierzo helado,
y entre la fiebre y el frío se quedaba congelado.
Su cuerpo se encontraba inerte y desmadejado.
Sus dientes castañeaban, pues la fiebre era un castigo,
y un soldado que lo mira le echa una manta de abrigo.
Un día te agradeceré esta buena acción amigo,
pero ese soldado piensa: “la fiebre puede contigo”.
Son las doce de la noche y comienza el día siguiente,
ahora empieza el tres de Mayo y el sordo lo ve de frente,
pues Goya desde su quinta, tiene un palco preferente.
Los soldados repasaban sus armas tranquilamente,
cuando les llego una orden que les sonó sorprendente,
Preparen bien sus fusiles para su uso inminente,
van a ser ejecutados los presos aquí presentes.
Es por orden de Marat, y se hará inmediatamente.
Formar a los prisioneros en filas intermitentes,
se lanzara una descarga hecha estratégicamente,
no quiero que ustedes mismos se maten por accidente.
Y la luz de aquella luna estaba viendo impotente,
a ese animal que va erguido y del resto es diferente,
que es el único animal que mata insidiosamente.
Lastima de inteligencia que derrocha inútilmente,
este mata por capricho, los demás por sus parientes.
El capitán levanto su sable tranquilamente,
“es mi deber y lo acato” ¡pero os admiro valientes!
El soldado se dio cuenta que Manuel ya no tirita,
“usare el disparo en otro, que este no lo necesita”
Esta guerra la perdemos si estos hechos no se evitan.
Bajó el capitán el sable y se hoyo un ruido imponente,
el eco lo repitió, como campanas de muerte,
y la luna se oculto llorando muy tristemente.
Comenzó a diluviar con la fuerza de un torrente,
y lo mismo que empezó paro repentinamente.
Las aguas bajan rojas por la sangre que se vierte.
Otro pelotón vigila que todos estén bien muertos,
si notan que alguien se mueve lo rematan con acierto,
porque los que queden vivos serán matadores nuestros.
Iba la santa hermandad a recoger los difuntos,
y algún que otro familiar si pagan bien el asunto.
Solían llegar con un carro, cargaban y se iban juntos.
Boteros no se movía esperando a quien le quiere,
aguantando el sufrimiento por si la suerte interfiere,
alguien llegara a buscarte, tranquilo, no desesperes.
Más de uno seguía con vida y los frailes lo callaban,
su hija llegó con un carro, por si el cadáver hallaba,
y lo encontró en un rincón muy grave, mas respiraba.
El que conducía ese carro y Carmen se cortejaban,
Manuel se encontraba al tanto y su noviazgo animaba,
porque era un mozo cabal que la quería y respetaba,
su padre tenía una escuela que entre los dos regentaban.
Manuel fue subido al carro, fingíendo que triste estaban,
saliendo de aquel infierno por si acaso les paraban.
Cubierto con una manta a un muerto representaba.
Los sucesos de Madrid en toda España sonaron,
llegando con rapidez en Mostotes se enteraron,
y el alcalde y su concejo la independencia firmaron.
Porque aquí al pequeño corso sus traiciones le fallaron,
Torrejón y Villamil la Guerra les declararon.
La nación no tenia ejercito solo cuatro guarniciones,
repartidas por España solo en contadas regiones,
urgía formar un ejército para acometer acciones.
Francia aliada de España y enemiga en el presente,
son enemigos de España y de Inglaterra igualmente.
Un pacto con los ingleses es lo mas inteligente,
porque Ingleses y gabachos son enemigos a muerte.
Prepararemos las tropas y a Francia le haremos frente,
que si en España prosperan, Inglaterra es la siguiente.
El pacto se llevo a cabo, firmando las condiciones,
se hizo un ejército mixto formado por coaliciones.
Se bloquearon los puertos cortando sus provisiones,
y los pasos fronterizos confiscando municiones,
aunque les seguían llegando por medio de las traiciones,
porque entre los patriotas se ocultan los francesones.
Son Wellington y Castaños quienes toman decisiones,
y preparan la batalla que encumbre a las dos naciones.
Son dos buenos estrategas héroes en mil acciones,
Y entre los dos forman tropas dándoles sus instrucciones.
La batalla de Bailen tendrá grandes proporciones,
se enfrentaran los franceses con sus invictas legiones,
contra un grupo de paisanos y unos cuantos batallones.
Manuel se recuperaba y su empuje va en aumento,
solo espera la ocasión para enrolarse al momento,
que expulsar a los franceses es su único pensamiento.
Su hija se lo recrimina, tú casi has estado muerto,
déjales la guerra a otros que hay milicia y armamento.
Tu ya has luchado bastante deja un poco para el resto,
tu solo eres un soldado que alguien ocupe tu puesto,
que ya as expuesto tu vida no persistas en tu intento,
porque no quiero que mueras por tener un mal encuentro,
que tú vas siempre de cara en cualquier enfrentamiento.
Nos rige PePe Botella y a los reyes ha depuesto,
nuestro rey es un estorbo, pero es un estorbo nuestro,
y nos quieren imponer un personaje siniestro.
El trajo a España sus tropas pretendiendo ser el dueño,
creyendo que aquí daría con cobardes sin empeño,
y el Sire va a comprobar que solo vive de sueños,
porque enfrentará a sus tropas contra rivales pequeños,
y tendrá un mal despertar cuando le arruguen el ceño.
Se avecina una batalla que será el fin de todo esto,
yo pienso estar allí, me encuentro bien y dispuesto,
suceda lo que suceda yo siempre estaré en mi puesto.
Me alistaré yo también dijo el novio de su hija,
y así estando los dos juntos es la cosa más prolija,
que en las grandes ocasiones sea el destino quien elija.
Tu te quedas con mi Carmen, con tu amor tendrá cobija,
cuando acabe la batalla os casareis, no te aflijas.
Mi decisión es rotunda, aguanta y no me corrijas,
no querrás que te gobierne ese clan de sabandijas.
Ganaremos la batalla “y esta es mi sentencia fija”
porque aquí somos auténticos y ellos solo baratijas.
Yo me marchare a Toledo, que mas se puede pedir,
y a vosotros esta tienda os da para un bien vivir,
Toledo esta muy cerca y en el día podréis ir,
esto acabara muy pronto que yo no pienso Morir.
La batalla va a empezar, los ejércitos se muestran,
muy cerca de Guarroman las dos fuerzas ya se encuentran.
Van a saber los gabachos a la gente que se enfrentan,
les vamos a hacer pagar con sangre y sudor su afrenta.
El ejército francés, nunca perdió una batalla,
mandando Napoleón, el francés invicto se halla.
Nuestro ejército es bisoño pero nos sobran agallas,
con lo poco que tenemos hay que tenerlos a raya.
Con nuestro valor y entrega la victoria no nos falla,
nuestro enemigo esta enfrente, ¡machacad a esos canallas!
¡Al toro que son Franceses, dar a los gabachos tralla!
que sepa Napoleón que estáis hechos de rocalla.
Con el pecho al descubierto sin ayuda de corazas,
no nos van a amedrantar porque tengan buenas trazas,
sus morriones servirán como trofeos de caza,
pensad en el dos de Mayo, que nos paguen sus andanzas.
Manuel ascendió a sargento por su valor en la plaza,
y manda a los veteranos que se alistaron a ultranza,
lucharon bien en Madrid y es gente de confianza,
van a saber los franceses como se baila esta danza.
Suena el primer cañonazo que nos mandan los franceses,
cae en terreno de nadie muy cerca de los ingleses.
Las artillerías machacan lo mismo aquel lado que este,
todos bien atrincherados están tentando a la suerte.
Las bombas pasan zumbando, la batalla empieza fuerte,
y pegados a la tierra se arrastran como serpientes.
Cada vez son más precisos los disparos de ambos frentes,
ya están causando estragos y cada vez hay más muertes.
Hay movimientos extraños, son maniobras envolventes,
sus cañones no descansan tienen balas suficientes.
Castaños ve su estrategia y suelta un chorro de tacos,
nos están haciendo un cepo para atacar por los flancos,
DuPont es un perro viejo, le fue bien con los polacos.
Colocad las baterías no en línea, que estén en arcos,
los disparos que nos mandan unos de otros son calcos,
mientras bajáis la cabeza sois ciegos, sordos y mancos,
que empiece la diversión, vamos a hacer tiro al blanco.
DuPont para vigilarnos habrá escogido un buen palco,
que el ataca por la izquierda, por la izquierda yo le marco,
cuando la verdad será que va de cabeza al charco.
Las baterías así dispuestas disparan en tres direcciones,
deshaciéndoles la táctica y arruinan sus intenciones,
que en las batallas se cambia rápido las decisiones
Y manda a la infantería a tomar sus posiciones,
si ataca por ese frente, no quiero improvisaciones,
seguid mi plan de campaña no acatare innovaciones.
Al percatarse DuPont que sus planes no ha logrado,
manda a su caballería que ataquen por aquel lado,
y dan con la infantería y así empieza el altercado.
El terreno es pedregoso y se encuentran atascados,
porque este Despeñaperros es difícil e intrincado.
Los infantes se refugian en piedras del descampado,
y hacen frente a los jinetes tras ellas parapetados.
Visto como va la lucha las baterías han parado,
no quieren hacer mas bajas a su bando que al de al lado.
Esta la batalla en tablas, nadie avanza en ningún bando,
no sirven las triquiñuelas, hay que seguir esperando.
Caballos contra peones con los reyes observando.
Entre las dos formaciones la tierra de nadie es cutre,
un trozo de monte bajo donde el ganado se nutre,
el viento sopla hacia ellos moviendo un pasto sin lustre.
Manuel y sus compañeros son fieles a sus costumbres,
con ropas de compañero que solo despojos cubren,
hacen paquetes de pólvora, les prenden fuego y se escurren.
Brotan unas llamaradas que a los dos bandos confunden,
Castaños piensa: ¡que suerte¡ y DuPont: ¡estos nos funden!
El viento es nuestro aliado y a los franceses confunde.
El fuego se fue extendiendo por toda aquella hondonada,
y el humo se fue elevando, los franceses no ven nada.
Ha llegado el gran momento, las baterías se disparan,
la caballería en vanguardia es la que lanza la carga,
la infantería tras de ellos rematando lo que salga,
ya no son seres humanos es solo el caiga quien caiga.
El humo desaparece las fuerzas están compensadas,
es matar o que te maten que aquí la suerte esta echada,
que ya es luchar por la vida, sin proezas ni machadas.
Gracias al truco del fuego se logro alguna ventaja,
la batalla es en su campo y están teniendo mas bajas,
pero si esto sigue así habrá mas muertos que cajas.
De algunos pueblos cercanos, grupos de Mujeres bajan,
con agua y con alimentos antes que les den mortajas.
Eran mujeres anónimas de cortijos o de granjas,
que se jugaban la vida por pasar cuatro migajas,
mientras sus hijos y hombres con los gabachos se fajan
Entre tanto los franceses reciben de vez en cuando,
grupitos de guerrilleros y paisanos mal armados,
que con hondas y trabucos atacan de cualquier lado,
acosando al invasor cuando están más descuidados.
Los cañones de ambos lados están todos destrozados,
y los caballos galopan con los belfos destrozados,
ya no hay orden ni concierto están sin fuerza, cansados,
solo siguen resistiendo para no ser masacrados.
Manuel y su medio grupo pues ya pocos se sostienen,
quieren tomar una choza que los franceses mantienen,
deben tomar la cabaña porque el avance contienen.
Coged varias posiciones, que no sepan cuantos vienen,
yo intentare sorprenderlos si en vosotros se entretienen,
buscando no ser notado veré las fuerzas que tienen,
mirare en la retaguardia y veré que nos conviene,
que me gustaría saber por que esas ruinas mantienen,
que veo mucha resistencia por mantener esos bienes.
Se arrastra sobre su pecho pero nadie le detiene,
y descubrió una leñara que una trampilla contiene.
Allí no había movimiento y eso a sus planes se aviene,
solo cabía una persona y el delgado se mantiene.
Dentro había varios muertos y otros dos ni se sostienen,
al notar que no están solos los soldados se contienen,
y al estar encañonados la rendición les conviene.
Porque están extenuados que harán diez y suerte tienen,
que hay un montón de cadáveres y ratas que se entretienen.
Habrá que limpiar un poco que es necesaria la higiene.
Al llegar sus compañeros a habido mas defunciones,
al buscar en la cabaña hallan agua y provisiones,
tantas bocas como hay, así forman las raciones,
hay que racionarlo todo por las malas previsiones.
Sacan a los muertos fuera para evitad infecciones,
y debajo de los muertos de una trampilla disponen,
que conduce a un polvorín en perfectas condiciones.
Estaría escondido allí para nuevas incursiones,
cuando las fuerzas se agoten lanzarles nuevas acciones,
debe saberlo Esparteros para tomar decisiones,
Atando a los prisioneros se aprovisionan de armas,
aguantad hasta que vuelva que tengo que dar la alarma.
El tiempo se había parado y todo parecía en calma,
algún disparo lejano, otro pobre que la palma.
Manuel busca a los suyos para que sepan la trama.
Preciso ver a Esparteros, traigo urgente una proclama,
le llevan a su presencia, y un taco sonoro exclama.
Entre los hombres con suerte te llevas todas las palmas,
creíamos que habías muerto y no te andas por las ramas,
trayéndome un polvorín que esta repleto de armas,
este hallazgo servirá para que vuelva la calma.
Pero sabes lo que has echo, esto da vuelta al combate,
te as metido en sus dominios y has descubierto el tomate.
Yo te asciendo a capitán, los otros tendrán su parte,
aunque estábamos ganando va a ser un triunfo aplastante.
Fue la primera derrota que sufrieron los franceses,
ante un ejercito mixto de españoles y de ingleses,
Y a Napoleón le dieron un golpe a sus intereses.
Manuel recibió una carta con el sello de Esparteros,
para tener una charla de dos buenos compañeros.
Le pregunta por su vida y sus hechos mas enteros,
pues no es normal que un civil llegue a puestos tan puteros,
y que mereció de plano que en la lucha fue el primero.
Soy oriundo de Toledo donde tengo un cigarral,
en el fondo el río Tajo baña la ciudad imperial,
es un lugar agradable de una historia inmemorial.
Vine a Madrid con mi hija, rente tierras y corral,
y aquí la tuve aprendiendo a saberse comportar,
y ya echa una señorita con cultura y bienestar.
La puse una mercería, tratar con gente es vital,
y así conoció a su novio, persona muy principal.
Trabaja en un ministerio del partido liberal
y el próximo advenimiento le nombraran concejal.
La tal mercería se encuentra en la calle del Arenal,
por eso el día dos de Mayo, entré a aquel caos infernal.
Yo escuche los cañonazos que venían de lontananza,
y al asomarme a la calle vi a los madriles en danza,
huyendo de los franceses buscan refugio en la plaza,
no aguanto esa escabechina y se me va la templanza.
En la trastienda escondidas tenia mis armas de caza,
engrasadas y dispuestas por si surgen amenazas.
Sin pensármelo dos veces me zambullí en la pomada,
con un morral de cartuchos y pólvora bien prensada,
Y cargue dos escopetas, con postas bien reforzadas.
Colocado en esa puerta ningún francés hizo entrada,
pasaban los madrileños, los gabachos se quedaban.
Se formo tal montonera que atrás me parapetaba,
sus cuerpos me protegían y sus armas les mataban,
porque sus mismos fusiles eran los que disparaba.
Con vista fija al frente no vi cuando me acosaban,
hasta que aquel mameluco hundió en mi pierna su espada,
pero el traidor lo pago, porque le atravesó mi bala.
Me hice un torniquete rápido y la sangre me resbala.
Viendo que no disparaba se lanzaron a la puerta,
pero alguien me recogió y tapo mi herida abierta,
y me llevó como pudo hacia la calle Carretas,
para llegarnos a Sol a una reunión secreta.
Todos los que iban llegando cayeron en una treta,
y al que conmigo cargaba las balas no le respetan,
que hicieron una descarga para imponer su propuesta,
apresando a los que viven para que sirvan de muestra,
yo me quede allí solo, con mi pierna descompuesta.
Me agarraron dos chisperos y me izaron en volandas,
en formación nos tuvieron sin abrigo ni viandas,
con la fiebre que tenia apenas si sentía nada,
con mi herida supurando y la salud delicada,
Llegando a Príncipe Pío como ovejas en majada,
me acurruque en un rincón con calentura elevada.
Con temblores y febril un francés me echo una manta,
y el disparo no me hirió porque su bala fue alta,
prometí favorecerle por ser un hombre de casta,
se que ha luchado en Bailen y no se si es vivo o falta.
Vivo gracias a un frances que esta hecho de otra pasta.
En el estado mayor quiero meterte conmigo,
y en ese puesto sabrás que sucedió con tu amigo,
por medio de mis enlaces seguro que lo consigo,
los presos del polvorín dijeron lo que el quería,
a quien buscan se halla preso en la prisión de Almería,
le cogieron prisionero al tomar una alquería.
Castaños curso una Orden avalada con su enseña,
para trasladar al preso a la ciudad madrileña.
Le llevan a un edificio de construcción berroqueña,
Ministerio de la Guerra, reza en bronce su reseña,
y dos soldados le guían hasta una sala pequeña.
Manuel en cuanto le vio le conoció de inmediato,
pero el otro le miro y no daba con el dato,
le habían dado un uniforme y recibido buen trato.
Me podéis decir quien sois y a que se debe este acto,
esto se debe a un suceso que con vos yo lo comparto,
vuestro semblante me suena pero no le cojo el tacto.
En la montaña del Príncipe conmigo hiciste un buen acto,
guardo muy malos recuerdos de ese día tan nefasto,
porque yo soy un soldado no un asesino barato.
Tu me salvaste la vida y a mis promesas no falto,
aquí esta tu libertad con salvoconducto y pacto,
y esta bolsa con cien duros para tus primeros gastos.
Cambió el semblante el francés, su gesto ya no era cauto,
y al español se abrazo celebrando un día tan fausto.
Al fin algo que me alegra de aquel día tan siniestro,
que desde entonces a hoy mucho ha cambiado tu aspecto.
De tu ascenso a capitán se habla con mucho respeto,
tendrás siempre mi amistad aunque estés en bando opuesto,
si ese día no dispare fue por que te di por muerto,
y me da mucha alegría que de la muerte hayas vuelto.
Tú me salvaste la vida, dispón de mí sin pretexto,
yo abandono la milicia, logre lo que me he propuesto.
Me vi metido en la guerra siendo de la paz, soy adepto.
Pero solo entra en mi casa a las gentes que yo acepto,
el francés al escucharle se quedo muy circunspecto.
Siento escuchar lo que dices porque te he tomado afecto,
pero no verte en batalla para mí es un gran defecto.
Para siempre tú serás mi enemigo más dilecto,
que esta guerra la perdemos con gentes de tus arrestos.
Si en España el invasor nunca ha triunfado, es por esto.
Hemos conquistado Europa y nadie se nos ha opuesto,
y los más grandes ejércitos se nos rinden con respeto,
y aquí nos habéis vencido por el valor que habéis puesto.
Manuel conoce a Wellington y le impresiona su aspecto,
su pinta es la de un halcón penetrante y muy despierto,
se lo presentó Castaños, su saludo es franco y presto.
Le comentaba al colega, que por un echo de estos,
ponen su nombre a esa puerta marcado para los restos,
con personas de su temple Napoleón es depuesto.
Cuando dejo la milicia tuvo respetos y honores,
y así le hablo Wellington, sois un prisma de colores.
Nunca conocí personas que tengan vuestros valores,
si vuestro gobierno quiere aguantáis hambre y sudores,
pero no aguantáis que vengan a mandar usurpadores,
que todo el que lo ha intentado han salido perdedores.
Le contestó a Wellington, esto es como los amores,
que sean malos o sean buenos no admiten ojeadores:
“Mas valen miserias propias que riquezas exteriores”
Después de las bendiciones Carmen ya tiene marido,
Manuel vuelve al cigarral que es lo que siempre ha querido,
sus glorias de capitán ya han quedado en el olvido,
pero en su puerta, Boteros, para siempre estará vivo.
Francisco Guío – Abril del 2008